Las diferencias de la igualdad

sábado, abril 10, 2010

Cada vez escuchamos con más frecuencia actuaciones encaminadas a favorecer a colectivos para su supuesta escalada a niveles similares a los de la mayoría o a los de otro colectivo que puede ser similar,  opuesto o aparentemente favorecido, y yo defiendo que eso es un gran error que está llevando a marginar y a desfavorecer a grupos que de una forma natural, y debido a la evolución de la historia, se encuentran en unas circunstancias concretas.
La clave de la igualdad se encuentra en que no se piense en ninguna cualidad de ninguna persona más allá de las que objetivamente se deben juzgar para conseguir el objetivo deseado, por lo que el hecho de plantear propiedades o cualidades no relacionadas con el fin de su valoración lleva a que el criterio de elección se vea contaminado.
Por otra parte, la consideración de un trato igualitario pasa por que la persona valorada negocie y acepte condiciones generales que de ningún modo sean distintas a las condiciones ofrecidas como recompensa a  la consecución del objetivo. Se debe ser valiente y rechazar aquellas condiciones que sepamos que son distintas de las que serían para otra persona o grupo, si bien debemos también aceptar nuestros errores de negociación.
Resumiendo un poco, cuando valoramos debemos hacerlo pensando en cualidades y no en personas, cuando vamos a que nos valoren debemos exponernos como conjunto de cualidades y cuando nos hacen una oferta debemos exigir las condiciones que tendría cualquier otra persona, es decir, debemos exigir la recompensa al valor de nuestras cualidades y su utilidad para alcanzar el objetivo deseado, siendo importantísimo rechazar aquello que no cumpla esas condiciones.
Hay que recordar que las valoraciones están influidas por las mismas leyes que el mercado, esto es, la oferta y la demanda, lo que hace que si un conjunto de personas rechazan unas condiciones distintas a las del otro, probablemente el tiempo lleve a que la oferta acabe por no tener distinción por personas, dado que todas demandarán a su vez lo mismo.
Si bien este blog no va a tener inclinaciones políticas, si que hay un ejemplo evidente y que vivimos a diario, y es el que ofrece el Ministerio de Igualdad. En el mismo momento en el que se establecen obligaciones, e incluso condiciones con consecuencias implícitas, los criterios de valoración se ven modificados y contaminados porque se deben entonces tener consideraciones distintas de las necesarias para cumplir con el objetivo de la valoración.
Después de lo expuesto debería parecer evidente que por el simple hecho de llamar la atención sobre una diferencia, y hacer que esta forme parte del proceso que se necesite, lo que se está haciendo es enfocar el hecho de que existe una diferencia que además genera condicionantes que incluso podrían llegar a ser molestos y que pueden limitar nuestra libertad, con lo que alcanzamos incluso el punto en el que comienza la diferencia de juicio general y la calificación junto con la opinión, empezando el asunto a influir en uno de forma personal. Ésta es la semilla del enfrentamiento.
Vivimos últimamente unos tiempos realmente confusos en muchos aspectos, estando además estos tiempos dominados por la imagen  como valor y valoración de todo y condicionados por los conceptos que se elaboran alrededor de las imágenes, es decir, es de plena aplicación una cosa que inventaron en la segunda guerra mundial los alemanes y que se llama propaganda.
La propaganda fue un invento que les permitió condicionar la capacidad de juicio a través de la emisión de una información, bien sesgada, o bien ofreciendo una sutil orientación proponiendo un juicio fácil.
Debería ser obligatoria la lectura de "La rebelión de las masas" de Ortega y Gasset porque leyendo esta obra  puede uno darse cuenta de que se ha impuesto en la sociedad el dominio de la masa, es decir, del rebaño, de forma que con pequeños condicionantes un juicio global apoyado por el poco calado que puede tener una masa de mentes, en su mayoría poco analíticas, se puede conseguir que se mueva un grupo de personas, es más, actualmente va a ser un grupo de personas las que dirijan su propio designio como conjunto.
En un principio el concepto de democracia nos puede llevar a pensar que esto es bueno, pero si nos planteamos la profundidad analítica que puede tener el estudio realizado por una masa de personas sobre cualquier asunto nos daremos cuenta de que realmente es un tema peligroso. Lo normal es que sean una o varias (pocas) personas las que puedan desgranar un tema en todas sus partes y estudiarlo en todos sus detalles, aunque la decisión final deba llevarse a un debate e incluso a una elección.
De todo esto se concluye que cada uno de nosotros está condicionado por la imagen que recibimos de un tema y por la que creemos que ofreceremos cuando nos expresemos sobre el mismo.
Ya tenemos todo lo que necesitamos para formar el caótico y sectorizado flujo social y mental que embrolla cualquier movimiento y que acaba por hacer que las oportunidades sean particularizadas y por tanto minoradas.

A la vista de todo esto parece claro que la peor forma de fomentar la igualdad es la de querer fomentarla dado que así lo único que se consigue es llamar la atención sobre la diferencia, destacarla y finalmente apoyarla en sentido directo e inverso.
Dicen algunas escrituras que Dios hizo al mundo nombrándolo, es decir que, nombrar es crear, sacar de la nada. No parece difícil extraer de aquí la conclusión de que nombrar una diferencia es crearla. 

Reflexionad sobre ello.

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